Nací en un pueblo precioso de l’Alt Ampordà. Ya de muy pequeña, casi todas las tardes íbamos a visitar a mis abuelos en Mas Morató (donde está ubicado el Proyecto del Jardín Terapéutico).
Tuve la gran suerte de pasar mi infancia rodeada de naturaleza y animales. Tenía una gran conexión con la tierra, los árboles, los animales, las plantas; la naturaleza… Podía pasar horas observándola y admirándola. Sentía una profunda unión con ella, con la tierra que no podía expresar.
A los 9 años tuvimos que mudarnos a la ciudad. Recuerdo que fue una etapa muy difícil para mí. Sentía la naturaleza, pero la energía era distinta. Me di cuenta que allí, en la ciudad, la gente era menos libre, muchos se ponían corazas escondiendo quienes realmente eran y me costó mucho adaptarme.
Durante muchos años sentí que no encajaba en el sistema. Como muchos, hice lo que se esperaba de mi sin ni siquiera plantearme si era lo que realmente quería hacer. Fue así como decidí estudiar Economía pero al terminar seguía sin sentirme satisfecha.
A los 23 años decidí irme sola a recorrer Latinoamérica. Por fin volvía a ser libre, por fin era yo la que podía decidir de nuevo. Visité varios países y me di cuenta que allí la naturaleza era más libre y salvaje, se expresaba de un modo diferente. Me sentía parte de ella; yo estaba en ella y ella estaba en mí. Esa era mi esencia y entendí que ya no podía volver a vivir más alejada de esa conexión.. Ese era mi verdadero hogar.
Volví a mi casa al cabo de unos meses y seguí estudiando, pero, esta vez lo que realmente me apasionaba. Empecé un camino de autoconocimiento y crecimiento personal.
Primero quería entender la mente y empecé un Postgrado en Psicoterapia Psicoanalítica y un Postgrado Programación Neurolingüística y Coaching.
Me apasioné también por las terapias alternativas. Consideraba que para estar bien con uno mismo no solo hacía falta entender o cultivar la mente sino también escuchar y dar espacio a tu cuerpo y espíritu. Fue por eso que durante unos años, me formé en Reiki y en técnicas de masaje.
A los 28 años sentí que debía marcharme de nuevo. Decidí dejarlo todo e irme a Australia sin saber cuándo iba a regresar. Había algo allí que me estaba esperando. Nunca antes había estado en ese lugar pero cuando aterricé en suelo australiano sentí que no era la primera vez que estaba allí. Era como volver a casa de nuevo.
Pasé en ese lugar 3 maravillosos años, en las zonas más salvajes. Nunca tuve un plan, simplemente me dejaba llevar según mi instinto. Es maravilloso cuando estás donde tienes que estar y todo fluye. Sentí y viví el desapego a muchas cosas de mi pasado que me ayudaron a descubrir quién era yo realmente, empecé a vivir sin miedos y a identificar cuáles eran míos y cuáles no. Allí descubrí el Yoga y la meditación que me siguen acompañando hasta ahora.
Volví con la convicción de que mi misión en la vida era ayudar a los demás a conectar con su esencia, a descubrir y aceptar nuestra luz y nuestras sombras, a sentir y a confiar en el poder que tenemos dentro. Al final se trata de eso esto; amarse a uno mismo y ese es un gran camino a recorrer.
El Jardín Terapéutico es un proyecto que se encuentra precisamente en el lugar en el que nací. Para mi es volver al origen. Es un lugar mágico lleno de vida que transmite paz y ofrece el espacio seguro para que puedas ir hacia dentro, sin miedos y siempre acompañado por terapeutas.